Mineros de
Guayana escogió un momento idóneo para cortar el letargo que le suponía haber
encadenado tres empates consecutivos en el torneo local. ‘La Pandilla del Sur’
asestó un puñetazo tremendo a uno de sus rivales directos en la lucha por el
Clausura 2013. Empresa nada sencilla, teniendo en cuenta que el ‘Carrusel
Aurinegro’ jugaba ante su hinchada, con la condición de invicto y con el aliciente
de asaltar el liderato.
El ambiente
en las tribunas fue colorido y ensordecedor. Pueblo Nuevo sigue siendo un
paraíso idílico, pero aislado, contrastante con el lánguido semblante que
presentan la mayoría de las plazas del fútbol nacional domingo a domingo. Táchira,
termómetro preciso para medir el nivel de entusiasmo en torno al balompié
criollo, no defraudó, movido por el presente esperanzador de su equipo.
Dominio minerista a fuerza de toque
en la primera mitad
Tampoco decepcionaron los 22 hombres en cancha. Muy lejos de eso, la primera media hora fue un ejercicio impecable
de dos estrategias que se distancian en cuanto al estilo, pero que se acercan
en demasía con respecto al resultado que buscan. Mineros, con la pelota a ras
del césped y toques en corto, dominó los primeros compases del choque, gracias
un triángulo de creación (Chourio-Guerra-Páez), lubricado por Chará y hecho a
la medida justa de Richard Blanco.
Delantero
completo donde los haya, ‘El Avioncito’ encontró el cenit de su rendimiento al
minuto 26 de la primera etapa, cuando finiquitó una jugada que fue un canto a
los principios elementales de este deporte. Ricardo David filtró un balón al
espacio a Chourio por derecha, quien desbordó llegando a la línea de meta y sacó
un centro a media altura, para que Blanco hiciera un pase sutil a la red.
Blanco es el goleador del Clausura 2013 con 5 tantos
El tanto fue
de bella factura, no sólo desde lo colectivo, sino sostenido en varios puntos altos desde lo individual. La
visión de Páez, la velocidad y tranquilidad de Chourio para levantar la cabeza
antes de tirar un centro medido y, por supuesto, la manera en la que el delantero minerista atacó al
espacio y acomodó su cuerpo para el remate. Mera rutina para un Blanco que es el
goleador, en solitario, del campeonato con cinco goles en igual número de
compromisos disputados.
La ventaja
era justa hasta ese momento en el Templo. Aunque también fue el detonante para sacar a
Táchira de su cabaña de adormecimiento. ‘El Aurinegro’, más vertical, fiel a al
estilo de su DT, apeló a su amor propio para buscar la igualada. Y en ese envión
de puro coraje, el gigante dormido encontró dos chances claras en los pies de
Gelmín Rivas, quien reemplazaba a Giancarlo Maldonado, baja de última hora.
Para infortunio local, ‘Kakán’ tenía la mira desviada y su equipo lo sintió de
más.
Táchira no pudo descifrar la
encrucijada táctica de Páez
Para la
segunda mitad, Mineros se fajó en labores defensivas, más preocupado en que no
le empataran el marcador que en ampliar la ventaja. Cuando fue al ataque lo
hizo con menos ímpetu y con menos hombres. No así Táchira, que obligado por el
marcador, desplazó a todas sus fichas al frente comandados por un César González con el traje de conductor más ajustado.
Que la
iniciativa la tomara el Táchira fue un mal negocio para el partido en el
complemento, pues cayó en un letargo producto del ritmo cansino del cuadro
local. Cochas y González perdieron repercusión muy escorados sobre las bandas,
mientras que Rivas, errático y Ponce, individualista en exceso, no pudieron
superar a una zaga con la experiencia suficiente como para sujetar a toda una oncena.
Al conjunto local le costó encontrar los caminos en ataque para descifrar la encrucijada
táctica planteada por Richard Páez, enramada en la que el juvenil Arnold López se llevó
todos los honores.
Bien entrado
el complemento, Farías prescindió todavía más de la elaboración, cambiando a
Cochas por Maldonado. Cuando parecía que le faltaba el gatillo en el arma
aurinegra, el estratega le puso más pólvora a su cañón. El efecto inmediato se
sintió con unos avances desordenados y nada prolijos que encontraron demasiado premio al minuto
78, cuando el colegiado pitó penal por una mano clara del neogranadino Chará.
Sin embargo,
lo impensado tuvo su asiento de lujo en Pueblo Nuevo. Un hombre de mil batallas
y con rodaje internacional como César González marró la ocasión de oro que su
conjunto tanto buscó, tras fallar un penalti por partida doble. La primera,
luego de un golpeo defectuoso con el interior que se fue silbando la base del
poste de Romo. La segunda, al intentar buscar con demasiada precisión el mismo
lado para engañar al guardameta. El balón se estrelló contra la raíz del poste derecho.
Los minutos
finales no ofrecieron demasiados sobresaltos y el equipo de Guayana, con los
cambios postreros introducidos, le puso el candado al marcador en un encuentro que sirvió de
muestrario del nivel más alto del fútbol patrio. Las dos mejores plantillas de
la actualidad, ricas en variantes y profundas en tanto, dos grandísimos
estrategas, por pasado y por presente, estuvieron secundados por un ambientazo de lujo que debería reproducirse en cada escenario nacional.
‘La Leyenda
del Sur’ logró así una muy victoria trabajada, forjada en un cúmulo de
muchísimas luces, en las que, indudablemente, el toque, el sacrificio, pero, sobre todo, Richard Blanco encandila con una
intensidad que se pierde de vista.
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