Un hermoso
crepúsculo ponía la guinda al espectacular ambiente que engalanaba al José
Antonio Anzoátegui de la ciudad de Puerto La Cruz, un estadio totalmente teñido
de vinotinto que serviría de escenario para que Venezuela recibiera a Chile en
el marco de la 6ta fecha de las eliminatorias de la CONMEBOL para el Mundial Brasil
2014.
Las oncenas de
Venezuela y Chile saldrían a la cancha a sabiendas que les esperaba, más que
un partido de fútbol, una batalla por los 3 puntos y por tanto, la
supremacía de Sudamérica, con permiso de lo que hicieran sus rivales
posteriormente.
Por un lado, Venezuela
buscaba acabar con la hegemonía chilena en suelo criollo, ninguna victoria por
eliminatorias frente a los australes se contabilizaban hasta la fecha. Chile, por su parte,
buscaba saldar las cuentas pendientes con Venezuela por la derrota en Copa
América. Y justo eso harían los chilenos con 2 goles postreros que liquidarían las
esperanzas vinotinto y dejarían sin aliento a la hinchada local.
Monólogo chileno en la primera mitad
Venezula llegaba con varios caudillos caídos para la
batalla: Tomás Rincón y Fernando Amorebieta. Al equipo le pudieron estas bajas,
sobre todo en el primer tiempo, en el que Chile monopolizó el esférico, tocándolo
de un lado al otro al compás de un Matías Fernández en plan de director de orquesta, hipnotizando a sus rivales,
al tiempo que silenciaba la efervescencia inicial de la hinchada local.
Inquietaba también
el accionar de los atacantes chilenos Alexis Sánchez y Humberto Suazo. El
primero por sus constantes amagues y sus quiebres de cintura y, el segundo, por sus
constantes desmarques y su velocidad. Aún así, todos sus ataques se toparían con una
muralla vinotinto que no concedería ni una ocasión clara de gol en el primer
tiempo.
El fútbol lo puso
Chile, sin embargo sería Venezuela el encargado de llevar peligro al arco de su
rival, a balón parado o a la contra, lo que le permitiera su falta de
creatividad en mitad de cancha para adelante, en parte, porque Julio Álvarez
estuvo más implicado en la marca que en la construcción del juego.
El arma más
peligrosa del arsenal vinotinto fue Salomón Rondón, quién dispuso de varias chances, aunque no muy
claras, para marcar. La primera en el mismísimo minuto 1, tras la apertura de un
Di Giorgi que lideraba con éxito la zona de recuperación vinotinto. La segunda, tras
centro de Miku al que no llego apenas por centímetros. La tercera y la cuarta, al filo del
descanso, con 2 cabezazos desviados, primero a pase de Arango y luego Julio Álvarez a balón parado.
Chile mató el partido en un 2T más abierto
Con la reanudación,
el partido ganaría en vértigo, tanto Venezuela como Chile iniciarían un
intercambio de golpes en forma de ataques peligrosos que traerían consigo
emoción. Nuevamente Rondón inquietaría a los chilenos, esta vez, con un remate
desde la frontal, raso y potente directo a las manos de Bravo, justo después
del inicio de la segunda mitad.
Al 47”, Arango tomó
la lanza, se descolgó de los mediocentros chilenos y abrió para Miku al borde
derecho del área, el del Getafe la rebotó para Seijas, quien se abrió el
espacio y desenfundó un remate que se fue ancho.
Acto seguido, Chile
respondería con un trallazo del “Chupete” Suazo al poste en el 51”. Un minuto después Mena se internaría en el
área por la izquierda y con un zurdazo retaría la fortaleza de Renny Vega con tino, pero sin demasiada suerte.
Y en ese mismo minuto, el 52”, sería otra vez el Vinotinto Seijas quien probaría desde fuera
del área con una volea controlada por el meta chileno. El partido no daba respiro.
De allí en
adelante, el encuentro seguiría con la tónica de ida y vuelta, hecho que favoreció mucho más a los
futbolistas visitantes, quienes en los minutos finales supieron capitalizar los
espacios dejados por una Venezuela que con Del Valle, Guerra y Orozco ya en
cancha se lanzó con todo al ataque, encomendada a la potencia de “Salogol” Rondón y a
los pases de Arango.
Los goles de Matías
Fernández y Charles Mariano Aránguiz en las postrimerías del partido desnudaron
las falencias defensivas de Venezuela cuando se aboca con más hombres al ataque.
Mala fortuna tuvo Perozo, sustituto de Amorebieta, en la jugada del gol de
Fernández, el balón pegó en él, cambiando la trayectoria esperada por Vega. Retratado quedó un Cichero falto de ritmo en la jugada del gol de
Aránguiz, siendo desbordado con suma facilidad.
Así, Chile, quien continúa jugando en Venezuela por eliminatorias como si lo hiciera en casa, se llevó los 3 puntos, el liderato
de la tabla y consumó su ansiada venganza. La vinotinto, en tanto, sufrió un
duro golpe, que más que minar su moral le hará replantearse, de cara al futuro, la manera de hacer las cosas si desea renovar el sueño mundialista.
Y es que Venezuela pagó muy
caro su apuesta por un juego excesivamente vertical, abusando del pelotazo y
sacrificando la creación. Lo que le resultó contra Uruguay, fue justo lo que le
hizo sucumbir ante los de Borghi. El fútbol es así, los puntos se van a Chile y
las dudas se instalan en casa. Lo que sí no debe esfumarse es el apoyo
incondicional a una selección que seguirá intentándolo hasta el final, mientras
encuentra una mejoraría a su juego, teniendo en cuenta que: Lo importante no es
caer, sino levantarse.
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