De la final soñada a la final insospechada



El fútbol nos has vuelto a dar una lección: Él y solamente él puede elegir su desenlace. Por su condición de impredecible es, sin duda alguna, el deporte más hermoso de todos. Después de su soberana grandeza, estamos nosotros los que opinamos y debatimos sobre cual es la manera más idónea de llegar al gol, pero la última palabra siempre fue del juego que casi todos amamos. Al fútbol no le va el frío de las estadísticas, no se decanta por un estilo en específico. No distingue entre jugar al toque o la contra, no porcentualiza la posesión, no contabiliza los remates a puerta, sólo se apega a la “caprichosa” y a sus designios, es simple, a veces entra y a veces no.

Cristiano y Messi se lamentan de sus fallos desde los doce pasos
A veces, hasta los mejores jugadores del mundo (véase Messi o Cristiano)  marran un penalti que vale una clasificación. El fútbol otorga la gloria y te despoja de ella con la misma fuerza, premia a un equipo cuando lo merece y, a veces,  lo castiga excesivamente.  A veces es inexplicable, pero es innegable que es universal, plural y diverso, da oportunidades para todos, para el que lo entiende como un arte, pero también para el que lo atiza con garra y corazón, para el tácticamente riguroso o para el arriesgadamente ofensivo.

La mejor competición de todas a nivel de clubes, la Liga de Campeones de la Uefa, fue un claro ejemplo de ello, deparando una final que no muchos sospechaban. Cuando todas las casas de apuestas y quinielas del mundo apuntaban a un clásico español en la final de Múnich, el Chelsea y el Bayern de Múnich  se colaron en la fiesta grande, ni azulgranas ni merengues pudieron consumar la tan ansiada remontada en casa.

Barcelona-Chelsea: La efectividad “blue” pudo con el toque blaugrana.

Nunca un equipo había sido tan superior en el global de una eliminatoria y se había quedado con tan poco premio al final. Los más entendidos de este deporte vaticinaban que el conjunto londinense instalaría un verdadero cerrojo por delante de un excelente guardameta como Petr Čech, pero jamás imaginaban que los dirigidos por Roberto Di Matteo renunciarían con tanto ahínco a la pelota, como si de eso dependiera su grato destino, como si con menos tenencia del esférico sus posibilidades de acariciar la gloria aumentarían, irónicamente. Sin embargo, su juego no fue brusco, a excepción de la novatada de John Terry que bien le valió la tarjeta roja, los blues marcaron con disciplina, pero sin extrema dureza. El más sacrificado fue Drogba, también Mata, pero en especial el marfileño, a quien le dio lo mismo rematar al arco que marcar a Daniel Alves, mostrando un verdadero espíritu de equipo. La proeza la completó Torres, quien tiene al Camp Nou como escenario predilecto. 

Fernando Torres sentenció al Barça

Messi seguro que nunca olvidará este partido
El Barça, entretanto, lo intentó de todas las maneras posibles, a lo Guardiola, poniendo toda la carne en el asador sin guardarse nada, colocando el corazón en cada ataque. En Stamford Bridge, tuvo más opciones claras de gol que en su propio campo, en cualquier caso, la posición geográfica no hizo mucha diferencia, concretó en un porcentaje muy insignificante para todo lo que con juego creó, echó de menos un definidor nato como Villa cuando todas las alarmas del fortín “blue” se encendían recién la pedía Messi o cuando la garra de Alexis no resultaba suficiente para toda una semifinal de Champions. A veces, el Barca pecó de lateralizar demasiado, se perdió entre tanto toque, confundió el principio máximo del juego, el gol, con lo que llena los ojos al fanático, el espectáculo. Pero, murió con las botas puestas, fiel a su ideal de toque virtuoso, a veces intrascendente, a veces tan elocuente.   

Real Madrid-Bayern Munich: La contra no le alcanzó a los merengues para batir a su bestia negra.

La eliminatoria Madrid-Múnich resultó mucho más pareja, era lo esperado, todo un clásico del fútbol europeo en instancias decisivas con dos fuerzas en potencia totalmente equilibradas, dos equipos parecidos en su grandeza histórica y hasta en su forma de jugar y con dos entrenadores con estrella en la competición continental.  El emparejamiento no defraudó,  estuvo tan igualado que los conjuntos no se sacarían diferencias hasta llegar a la fatalidad lúdica que es lanzar desde los doce pasos. El Madrid sólo fue superior en los primeros 20 minutos de la eliminatoria, en el Allianz Arena, antes de que el gol de Ribery le metiera el miedo al cuerpo y agitara todos sus fantasmas. Ni el gol de Ozil evitó que Mario Gómez en la agonía del partido, le recordara a Casillas y al Madrid que el conjunto muniqués es su verdadera bestia negra, no hay equipo en la historia de siempre que le incomode tanto a los merengues como el Bayern, ni siquiera el Barcelona.

Ramos mandó a las nubes el sueño de la Décima.
En el Bernabeu, ambientazo incluido, rememorando viejas glorias como aceptando desde la grada que con las estrellas del ahora no bastaría, el Madrid puso a favor la eliminatoria sin merecerlo, un 2 a 0 en 14 minutos fue su dulce castigo, digo dulce porque con el mazazo tempranero se despertó el Bayern, pero sobre todo un Robben vengativo y un Ribery deseoso de gloria. Quien era local, realmente, por juego y dominio, no lo fue, el Bayern fue más porque como bloque fue superior, porque sus ataques estaban premeditados, porque sabían a lo que iban, muy a pesar del poco acierto de Gómez, quien pudo evitar los penales, muy a pesar de que sus centrales fueran menos que el espectacular tándem Ramos-Pepe y muy a pesar de que Schweinsteiger, en otrora clave, estuviera lejos de su nivel.

Bastian  Schweinsteiger marcó el penal decisivo  
Eso sí, el Madrid estuvo más cerca de la final que en los 9 años anteriores, pero aún debe mejorar como equipo para conquistar la tan ansiada Décima, apostar a su pegada a la contra no le garantizó el éxito ante un gran equipo. Un conjunto de solistas no fue suficiente, la inspiración de Ozil a cuentagotas, los zarpazos esporádicos de Cristiano, la nulidad de Kedhira en ataque o la soledad excesiva de Benzema para combinar no le bastaron para estar en la final de Múnich. La final soñada no fue posible.  

Tiempo agregado: Pero, España si que tuvo revancha en la Europa League, Atlético de Madrid y Athletic de Bilbao reservaron su lugar en la final con sobrado merecimiento. La “final española” tendrá el aliciente de contar con el rugir de dos grandes nueves de área en plena forma, como el "tigre colombiano", Radamel Falcao y el "león vasco", Fernando Llorente, ambos dirigidos por los estrategas de moda del fútbol español, respectivamente, Simeone y Bielsa. El primero le ha cambiado en poco tiempo la cara al equipo madrileño, apelando más a la solidez como equipo que al juego de toque, el segundo, con estilo más brillantemente ofensivo ya tiene tiempo demostrando que está para grandes cosas y tiene a media Europa suspirando por hacerse con sus servicios, incluyendo al Barça, si es que Guardiola finalmente confirma en pocas horas lo que ya es un secreto a voces, que dejará la dirección técnica del club, lo que sería una pérdida importante para la escuadra catalana, pero más grande sería el legado que deja Pep a todos los culés: creer ciegamente en el equipo, más aún en la adversidad.
   



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