Barcelona vs Real Madrid, el día después: Cristiano redimensiona el Clásico



Este fue el marco del clásico: ambiente de gala en el Camp Nou
Los dos colosos del fútbol mundial llegaban al clásico  en “horas bajas”, luego de cosechar inesperados reveses en patios ajenos en su camino a la finalísima de Múnich, un antecedente nada habitual para ambos. La rivalidad más acérrima del mundo, traía además consigo el aliciente de ser una contienda que definiría las opciones de los dos únicos aspirantes al título de Liga, por lo que el duelo se antojaba más que decisivo.

El último precedente, la vuelta de los Cuartos de Final de la Copa del Rey, daba una pista de lo que sería este partido. Mourinho y su Madrid por fin dieron con la tecla para derrotar a su particular “bestia negra”, por primera vez en 90 minutos y, encima lo hizo en el Camp Nou sin discusión alguna. Pero hay que recordar lo mucho que duró el ensayo y error de Mourinho antes de hallar la tan ansiada fórmula del éxito ante Guardiola. En el camino quedaron colgadas aquellas exhibiciones blaugranas con baile incluido o las actuaciones vergonzosas de los jugadores blancos, renunciando al juego, con actitudes antideportivas, totalmente reprochables, obligados no sólo por la exigencia de un rival que por superior desquicia a cualquiera, sino también por el mensaje viciado del técnico portugués, quien además llegó  a dibujar alineaciones inexplicables en su pizarra para los duelos ante el Barca, como la de colocar a Pepe en la medular, toda una declaración de intenciones.

Mourinho y Guardiola dos estilos tan opuestos como exitosos.
Precisamente, del planteamiento de  Mou dependería mucho  lo que el Madrid pudiera hacer ayer en cancha. Guardiola, por el otro lado, a pesar de que no deja de sorprender con innovadoras alineaciones en estos duelos, siempre le da a los suyos la misma consigna: jugar al ataque tejiendo el juego, llevando al fútbol a esa delgada línea que lo separa del arte.  Sin embargo, ante el resultado adverso, como era de esperarse, muchos que en caso de la victoria lo hubiesen encumbrado por enésima vez, le cuestionaron duramente la inclusión del canterano Tello o la línea de tres en defensa. Si Abidal o Piqué contaran con plenitud física o de forma respectivamente, otra hubiese sido la historia tal vez, pero el fútbol es así, no da respiro, hay que estar preparado para todo y eso bien lo sabe un enfermo del fútbol como Pep.

Los blancos celebraando el gol de Kedhira
Mou, por su parte, alineó su once de gala, confirmado en Barcelona luego de mostrarlo al mundo ante el Bayern. En la actitud inicial del equipo, con sus armas afiladas sin temores al ataque, radicó gran parte de la victoria blanca. Disputó el balón en los primeros 20 minutos, hasta que llegó el gol del alemán Kedhira, tanto que adelantó a los merengues ayudado por la brega del alemán y por el desacierto local. Extraño fue ver a Puyol quedarse sin reacción. La ventaja liberó la tensión ofensiva del Madrid, pero jamás rebajó su presión defensiva. Los de Mou ofrecieron relativos espacios a los conductores del balón y avocaron todos sus esfuerzos en bloquear a los posibles receptores. Sólo en tres ocasiones se descolgó un azulgrana. En la primera Xavi se topó con la humanidad de un portero de época llamado Casillas, en la segunda un Tello sin fortuna mandó a las nubes un balón que bien pudo cambiar el marcador y en la tercera, a pase filtrado de Messi, llegó el empate en una jugada de carambola, tal como la del primer gol.

"Calma, que eu estou aqui", parecía decir CR42 
Tanto clásico para tan poca factura en los goles, pensarían algunos, hasta que apareció, luego de una sutil habilitación del líder en asistencias de la Liga, Mesut Ozil, a quien más se le extrañaba su presencia en las grandes citas: CRISTIANO RONALDO. Capítulo aparte merece CR7, quien acostumbrado a estar a la sombra de un Messi, que esta vez fue anulado entre X. Alonso y Ramos (descomunal partido del sevillano tanto en el corte como en la anticipación),  empieza, con goles importantes, a desterrar la teoría de que no gravita lo suficiente en el equipo en los momentos decisivos. El gol, que fue una suma de un fabuloso desmarque, un sprint veloz, un engaño a Valdés y una definición de killer, llegó en un momento clave, desmoralizando a un Barca que ya no tendría ninguna ocasión clara para igualar el choque nuevamente.

El Barca quien contó casi con el triple de posesión de balón que el Madrid (73% a 27 %), esta vez no supo traducirlo en peligro ante Casillas, acusando una marcada Messidependencia, la falta de agresividad de Iniesta ante el arco, la baja obligada del “guaje” Villa o la suplencia sorprendente del “niño maravilla” Alexis Sánchez. Alves, por su parte, quien siempre es un estilete contra el Madrid, tampoco pesó en el juego, anulado por Coentrao y por su propio técnico, su posición inicial sobre el campo le restó sorpresa. El Madrid con menos tenencia de pelota remató más al arco, con menos remates consiguió más goles, entre ellos el 109, que supuso el record y lo confirmó como el equipo con mayor pegada de la Liga y, seguramente, del mundo. Pepe, Benzema y hasta el mismo Di María, sin jugar bien en ataque, terminaron de redondear una sólida actuación que acerca a los merengues a su trigésimo segundo título de Liga.
Messi, quien se quedó en 41 goles, lleva 4 partidos sin marcarle al Madrid.
El clásico siempre deja muchas reacciones, los hay quienes, sobre todo en España, hablan de cambio de hegemonía, de fin de ciclo o de cosas por el estilo, yo en cambio no me atrevo siquiera a asomar dicha posibilidad, pues a este Barca le queda muchísima cuerda para rato, allí está la salud de su cantera, su admirable ideal de juego, su competitividad extrema y el orgullo y entusiasmo de su gente,  lo que sí puedo aseverar, es que de aquí en más, viviremos, afortunadamente, una serie de duelos mucho más parejos, jugados de tú a tú, sin complejos, donde los pronósticos de los marcadores finales serán muchísimo más reservados. Los azulgranas querrán resarcirse, dejar la derrota en la anécdota de un mal día, mientras que el Madrid intentará volver a lucirse, confirmar que puede cuando quiere. En síntesis, una nueva dimensión de esta gran rivalidad parece avecinarse, quizás no esté muy lejos la reedición del duelo, el Allianz arena está a la vuelta de la esquina. Además, con Messi, y ahora, con Cristiano, todo es posible.  Una final de Champions, con permiso del Chelsea primero y el Bayern después, sería una hermosa ocasión para que los dos mejores equipos del mundo se volvieran a encontrar.

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